Esta es la situación: te portaste mal,
hiciste algo malo y lo hiciste mal (porque de haberlo hecho bien no te hubieran
agarrado), o te portaste bien pero estabas con quienes no debías estar o te
encontrabas en el lugar equivocado; si hubieses pensado todo esto no te habrían
metido a ese lugar tan temido por la mayoría de los barineses: EL INJUBA.
Desde afuera se puede observar
como la estructura está en ruinas, en condiciones infrahumanas, ya que no sólo
el lugar se está cayendo sino que está sobrepoblado; y la gente piensa (porque
para eso está la gente: para pensar) que se lo merecen por haber robado, por
haber matado, por haberse drogado, en fin: por hacer cosas malas.
Pero
todos hacemos “cosas malas” alguna vez: a todos nos dieron algo de más en el
abasto, no nos lo cobraron y no dijimos nada, lo mismo pasa con los vueltos, o cuando
nos comimos una uva “para probarla” y no la pagamos.
Todos
nos hemos bajado de la buseta sin cancelar el pasaje, además, ¿Cuántos jóvenes
no han entrado en una discoteca con una cédula adulterada? Y no sólo entraron,
sino que siendo menores de edad estaban fumando y consumiendo bebidas
alcohólicas; señoras y señores les tengo una noticia: todas y cada una de estas
acciones son hechos punibles, pueden juzgarlos por ellos y terminar en la
cárcel, la realidad es que no se necesita un delito grave, sólo haberlo
cometido.
Así
que, quitando el dedo señalador que pone “se lo merecen”, regresemos a lo más
importante, a la verdad absoluta de todo: ellos también son humanos y, aunque
cueste aceptarlo, merecen ser tratados como tal.
Resulta que entre los objetivos
de la cárcel se encuentran no sólo alejar a los elementos peligrosos de la
sociedad sino reeducarlos para que, cuando sean reinsertados, no representen un
peligro sino un provecho para la sociedad, la pregunta es la siguiente: si los
nuevos paradigmas educativos afirman que la violencia no sirve como medio para
hacer que un individuo aprenda algo ¿Por qué siguen intentando con las torturas
y los golpes enseñar algo bueno a los presidiarios?
Yo entiendo que estar confinado
a cuidar las cárceles y hacer que los presos se porten bien –En otras palabras
actuar de niñera- puede llegar a ser aburrido, pero los carceleros podrían
conseguir otra diversión que no implique golpear reclusos, como por ejemplo, no
sé, ¿Jugar al uno? ¿Aprender manualidades?, o asistir a algún tipo de terapia
para que puedan comprender que la frustración que sienten por no poder llegar
más lejos en sus vidas no se va a ir siendo violentos con los “villanos” de la
película.
Ahora, hablando en serio, si de
verdad se cumpliera este ideal de “reeducar” a los presos se tomaría en cuenta que no sólo
significa enseñarles algo, sino de verdad apoyarlos en su reinserción social
con programas que les hagan seguimiento y les ayude a conseguir trabajo, porque
realmente a los reclusos les enseñan oficios, y se los enseñan bien, pero
¿quién va a dejar entrar en su casa a un carpintero recién graduado del INJUBA?
Por eso es más fácil para ellos regresar a lo que eran antes de entrar y para
nosotros ponernos a juzgar; por lo tanto, en vez de emitir juicios de valor,
deberíamos apoyar a aquellos que intentan cambiar, recordemos que sólo quien esté
libre de toda culpa puede lanzar la primera piedra; la sociedad sería muy
distinta si nos encargáramos de juzgarnos a nosotros mismos antes que a los
demás, ¿o no?
¡No Preguntes!