Cuando se habla de la masturbación, surgen claramente dos corrientes. La primera, centrada en los hombres, donde se normaliza tal acto como parte normal del desarrollo e, incluso, como algo necesario para desahogarse y evitar problemas de salud. La segunda, la norma de la NO-MASTURBACIÓN femenina.
La segunda, la de nosotras, es satanizada, escondida,
una razón de vergüenza, porque las mujeres no sólo pueden controlar su apetito
sexual a voluntad y reprimirlo, sino que deben hacerlo, porque sentir deseos no
son cosas de señorita, además, las mujeres no lo necesitan, los hombres si, por
biología.
Podría extenderme por miles de palabras explicando cómo no
sólo los hombres no necesitan masturbarse de forma fisiológica (el esperma,
cuando envejece, sale por la uretra junto a la orina), y como los puntos de
vista sobre lo que debe hacer o no una “señorita” son discursos retrógrados del
milenio pasado, pero no es a eso a lo que he venido.
Verán, mi punto de vista al respecto es un poco más
utilitario que eso, si se quiere definir así. Vamos a partir del precepto que
afirma que la base de la felicidad es el amor propio. Por su parte, el amor se
compone principalmente de oxitocina, una hormona que ocasiona desastres en el
cerebro, nubla el buen juicio y, por supuesto, nos hace felices y ver todo
detrás de un cristal rosa.
¿A qué no adivinan cual es una de las principales hormonas
que se liberan en el cuerpo al alcanzar un orgasmo sublime? Si, lo adivinaron,
la oxitocina. Es decir, cuando ayudas a otra persona a llegar al clímax, no
sólo le haces sentirse relajada y feliz, sino también corrientes de amor
libidinoso circulando por su cuerpo.
Claro, no es necesario estar enamorado para tener sexo ni
para experimentar un orgasmo, no vengo aquí con discursos puritanos ni mucho
menos (además que la gente que es puritana o moralista me parecen de lo más
aburridas). Pero si, fisiológicamente hablando, por un breve instante, al tener
un orgasmo, es posible sentir calma, felicidad, dicha, plenitud y, por
supuesto, amor (por su puesto, si no eres puritano y empiezas a darte latigazos
de culpabilidad por haber disfrutado de una función biológica).
Entonces volviendo al grano, si partimos de este principio, ¿Acaso no es la masturbación Femenina uno de los actos de amor propio más hermosos que hay? Si, lo es, por muchas razones:
- Aprendes a conocer tu ritmo, tu cuerpo, lo que te gusta y como te gusta.
- Aumenta tu confianza personal, especialmente en el área de la sensualidad.
- No dependerás de otro ser humano para poder sentir un orgasmo una vez que aprendas a masturbarte correctamente, es decir, serás dueña y señora de tu sexualidad ¿No te hace sentir poderosa esto?
- No deberás experimentar ansias ni culpabilidades, porque sólo estás involucrada tú y tus fantasías a puertas cerradas.
- No tendrás miedo de haber quedado embaraza o de haber contraído una enfermedad.
- Nadie hablará mal de ti al día siguiente, claro, si tomas la decisión de dejar de criticarte frente a otros, pero eso no tiene nada que ver con tu orgasmo.
- No estarás todo el día ansiosa frente al teléfono esperando una llamada o un mensaje de la otra persona.
- NUNCA te sentirás usada.
- Podrás dormir mejor.
- Podrás comenzar el día con la mejor de tus sonrisas.
Después de todo, lo que tu hagas en privado en tu habitación
no es problema de nadie, y nadie tiene por qué enterarse, ¿o sí?
Así que tú que necesitas un poco de cariño extra, ve a tu
habitación, cierra la puerta, y empieza a regalarte felicidad y amor propio en
base a explorar tu anatomía, alcanza el cielo con las puntas de tus dedos, deja
a los puritanos ardiendo en las llamas del infierno de la represión y…
¡No temas!